Hay dos maneras de ampliar el ámbito de actuación de una constructora en el extranjero: comprando una constructora local en el país de destino o desplazando personal propio. Así lo hizo COTS I CLARET: una empresa pequeña, familiar, de potente cultura y firme compromiso con cada uno de sus clientes.

La preparación de la oferta para la licitación del nuevo Hospital La Providence en Gonaïves (Haití) fue un trabajo titánico y un reto mayúsculo. Sin conocer a ni un solo proveedor, sin conocer a ni un solo industrial, sin tener a ninguna persona de contacto residente en el país, iniciamos un proceso de investigación de precios y medios disponibles como pocas veces habíamos llevado a cabo previamente en COTS y CLARET. A la vez, la necesidad de traducción jurada al francés de todas las escrituras, poderes, avales y otra documentación oficial, nos hicieron darnos cuenta de la cantidad de gestiones que tenemos completamente mecanizadas aquí y a las que no damos demasiada importancia.

Finalmente, firmamos el contrato el 18 de septiembre de 2012 y acordamos posponer varias semanas más la fecha de inicio formal de las obras. A pesar de que el plazo de 18 meses de construcción era inamovible. El 9 de octubre de 2012 empezaba la odisea de sacar adelante esta obra, este reto profesional tan diferente al que estábamos acostumbrados. Pero antes tocaba solucionar otros retos mucho más mundanos y que no acostumbramos a prestar demasiada atención: encontrar alojamiento fijo y estable para todo el equipo en Gonaïves, conseguir seguros de expatriación urgente de nuestro personal en caso de revueltas o situaciones de emergencia, conocer el sistema sanitario en caso de accidentes, aprender a convivir con enfermedades como el dengue, la malaria, el chikungunya, la tuberculosis, el cólera…

Dejaríamos por más adelante otros temas de gestión personal como conseguir vehículos de alquiler, decidir como se alimentaría el equipo, quién y como haría la compra (en Gonaïves, 250.000 hab. y no hay ni un supermercado como los que de aquí), como se gestionaría la limpieza de la casa, de la ropa del equipo… Todos estos retos aparentemente menores, acabaron siendo uno de los temas de gestión más importantes que tendríamos que afrontar. El hecho que todo el equipo tuviera que convivir bajo el mismo techo y pasaran de un entorno laboral con cierta jerarquía a convivir con el mismo estatus para todos, hizo que estas relaciones convirtieran la casa en un pequeño “Gran Hermano”.

Estos primeros días fueron especialmente duros, por la dificultad de ir descubriendo un país del tercer mundo, y con la capital política y económica medio destruida por el terremoto de enero de 2010. Dos años y medio después, prácticamente todas las plazas de Puerto Príncipe, todavía eran campamentos de tiendas de campaña donde la gente malvivía por la destrucción de sus hogares. Y muchas empresas se ubicaban en lugares nuevos o en espacios provisionales, intentando recuperar su normalidad.

Cuando iniciamos el segundo proyecto en Haití, el Hospital de Saint Michel en Jacmel, el jefe de producción de la primera obra entregó a los recién llegados en el país, un paquete básico de enseres para llevar a cabo el replanteo de la obra como hilo, tiza, estacas de madera, macetas, niveles, plomadas, gavetas, etc. La frase que pronunció a sus compañeros acabados de llegar al país fue: “Os acabo de ahorrar quince días de investigación”. Y es que realmente no valoramos el que tenemos hasta que lo perdemos.

Segunda parte

Primera parte