Hasta hace poco, la posesión de instalaciones de energías renovables como, por ejemplo, la fotovoltaica, se veía estancada por una serie de impuestos y condicionantes que concluían en una casi inexistente demanda de éstas. Uno de los impuestos más mencionados es el famoso impuesto al Sol, éste, engendrado en el Real Decreto 900/2015, era una tasa que tenían que abonar los titulares de paneles fotovoltaicos por seguir conectado a la red eléctrica, aunque no se hiciera uso de ella, en concepto de costes y servicios del sistema.

Gracias a las nuevas normativas que benefician a las energías renovables y asientan las bases del autoconsumo, impuestos como el anteriormente nombrado desaparecen para dejar paso a una nueva forma de vida. En este caso nos referimos; al Real Decreto 244/2019 por el que se regulan las condiciones administrativas, técnicas y económicas del autoconsumo de energía eléctrica y al Real Decreto Ley 23/2020 por el que se aprueban medidas en materia de energía y en otros ámbitos para la reactivación económica.

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¿Qué es el autoconsumo?

Entendemos por autoconsumo la producción individual para consumo propio mediante por ejemplo, la instalación de paneles fotovoltaicos que abastecen a tu vivienda de energía 100% renovable. La nueva regulación, además de introducir el autoconsumo compartido, algo prohibido en la legislación anterior, reconoce el derecho a auto consumir energía eléctrica «sin peajes ni cargos».

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Estas dos nuevas normativas trazan el camino hacia el desarrollo y mejora de las energías renovables, además de favorecer e impulsar proyectos sostenibles y respetuosos con el medio. En definitiva, un marco legal que no afecte negativamente al progreso y permita proyectos técnicamente posibles.

Se prevé que para 2050 el 80% de la población viva en áreas urbanas donde la mayoría de ciudades europeas tienen edificios de interés histórico. Teniendo en cuenta que las ciudades representan el 80% del consumo energético mundial y producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, ¿cómo podemos cambiar estas cifras sin poner en peligro el patrimonio cultural? La respuesta la encontramos en el Proyecto POCITYF.

 

Más cerca de las Smart Cities gracias a la nueva normativa y a proyectos innovadores

POCITYF pretende realizar una serie de acciones en la ciudad que no solo cambien el panorama actual, sino que aseguren un impacto a largo plazo creando y coordinando una red de ciudades inteligentes para áreas de gran patrimonio cultural.

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Una ciudad inteligente o smart city es una ciudad que mediante la tecnología y la innovación promueve un desarrollo más eficiente y sostenible para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Algunos objetivos de las ciudades inteligentes son: facilitar la movilidad, impulsar un desarrollo sostenible, mejorar los servicios sociales y dar voz a los ciudadanos, puesto que estos, son los que crean la ciudad y no al revés.

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Mediante las siguientes líneas de acción o Energy Transition Tracks cumple su objetivo:

ETT 1 Edificios y distritos de energía positiva

Aumentar ahorro energético a nivel de edificio y reducir las facturas de energía

 

 

ETT 2 Gestión y almacenamiento de energía

Maximizar el autoconsumo
Reducir la tensión de red
Aumentar el valor financiero

 

ETT 3 Movilidad eléctrica

Promover vehículos eléctricos e híbridos
Transporte más sostenible
Reducir costes de movilidad de los ciudadanos

 

ETT 4 Co-creación impulsada por los ciudadanos

Incentivar a los ciudadanos y convertirlos en el eje principal de este nuevo paradigma

 

 

 

Este proyecto ha recibido financiación del programa de investigación e innovación Horizon 2020 de la Unión Europea en virtud del acuerdo de subvención nº 776708.